Querida Joana Gallego,
Nosotras, las estudiantes del máster de Género y Comunicación
que tú codiriges en la UAB, sí somos feministas y esperamos no
dejar de serlo nunca. Esperamos no ser nunca unas cuñaos del
feminismo.
Nosotras estamos dispuestas a abrazar todas las contradicciones,
porque lo que está fuera de los feminismos suele ser peor que las confrontaciones con la voluntad de hacer más vivible el mundo.
Queremos debatir sin menospreciar ni omitir vivencias diferentes
a las nuestras. Sin esquivar nuestros privilegios, desde un
conocimiento situado. Creemos en la libertad de expresión y
en la responsabilidad que de ella se deriva.
Nosotras, que preferimos citar a Audre Lorde ("No hay jerarquías
en la opresión") que a Plácido Domingo, que sabemos que un
discurso se deslegitima solo, no por venir de una mujer blanca
y hetera, sino por agredir a un número récord de colectivos en un
solo párrafo. Creemos en la autodefensa feminista contra los
discursos de odio, tránsfobos, racistas y capacitistas. Si vienen
de alguien que aspira a acoger a feministas diversas en sus clases,
el hecho es profundamente problemático y violento.
Nosotras, que sí sabemos qué son el antiespecismo y el
anticapacitismo porque están representados en nuestro grupo,
porque habitamos nuestro tiempo y estudiamos un máster en el
que nos han hablado de ellos.
Querida Joana Gallego, nosotras no repartimos
carnés y sabemos que queremos haceres feministas.
Agredir a compañeras, negar tus privilegios, combinar la burla,
el insulto y el tono condescendiente no lo son.
Abandona. Nos quedamos con quienes no sólo se hacen llamar
feministas sino que persiguen la praxis. Nos equivocaremos,
pero escuchamos las críticas, nos revisamos y nos aliamos lejos
de estas violencias. Lo haremos bien. Lo haríamos mejor sin ataques mediocremente argumentados y pataletas de señoras blancas cishet académicas, que ya no pueden violentar a su antojo a las que no
consideran sujetos de EL FEMINISMO. El único. El suyo.
Nosotras, que no necesitamos publicar nuestro pedigrí, nos quedamos haciendo malabares. Estamos de enhorabuena: Estamos juntas, somos muchas y cada día aprendemos con quienes nos tratan con respeto a nosotras y a todas nuestras compañeras.
Vivo en la iteración,
contínua deconstrucción,
mirada que me escuece
muchas tardes desde antes
de quererme conocer
y decido sentirme, sentarme,
descoserme sin ser maestra.
Traigo hilos para seguir desaprendiendo.
Cuando sucede que algo nos hiere,
siento que nos agarramos más fuerte, más valientes, más diversas.
Vivo entre kompañeras
tejiendo redes,
señalada desde el cariño,
me reconozco a posterior
- sin culpa -
responsable de,
cuando frente al espejo me cruza
lo que el patriarcado pretende recortarme.
Traemos cortes desde que nacimos.
Cuando sucede que alguien nos incomoda
desde el privilegio con hedor a transfobia,
amargo sabor capacitista,
repugnante tacto a racismo,
y ese trasfondo clasista y de poder que tanto pesa,
siento que nos enciende la colectividad,
batallar contra el sistema opresor
y accionar más en público, más denunciantes, más lobas.
Traemos la voz alta y acción asamblearia.
Vivo en la brecha,
el margen colectivo,
la mansión de los cuidados,
cuando me permito abrir los brazos
y dar un paso hacia atrás para escuchar voces,
- distintas realidades -
me llena sentirnos darlo hacia adelante.
Traigo heridas compartidas y no me hace falta decir mi nombre,
soy de las que piensa que todes deberíamos estar en el titular.
somos la masa de todos los cuerpos válidos, disidentes,
alejaditas de la genitalidad.
Cuando aúllo con mi manada,
exploro un nuevo espacio
y respiro:
viviremos tal vez en la iteración
de quienes nos hagan crecer la rabia,
vendrán con desidia a ofrecernos discursos supremacistas,
y cuando suceda,
- sin ser utopía cualquiera -
sabiendo de autodefensa feminista,
dejando claro que no vamos a morder la manzana
porque ya okupamos el árbol con la jauría completa,
teniendo claro que ni las putas, ni las racializadas,
ni las bolleras, ni las trans, ni lo queer se queda fuera,
nos alejaremos de discursos que no nos representan
y no echaremos de menos a quienes intenten
venir con relatos para dormir sobre la cama de los privilegios.
hablaremos de feminismo interseccional,
nos veremos compartiendo el dolor,
no pagaremos más pena que fuerza,
y saldremos a la esfera pública
siendo furias que dan respuesta.
Cuando no se nos escucha, cuando no se nos respeta, se rompen espacios que consideramos seguros: aflora el dolor y la preocupación, se generan daños y abusos que ponen en peligro la estabilidad emocional personal y del grupo.
¿De qué sirve tener espacios feministas si los haceres no son feministas?, ¿por qué en un espacio académico feminista se reproducen dinámicas de poder androcéntricas y jerárquicas contra las que luchamos?, ¿por qué se esgrimen valores que se contradicen con los que defendemos?, ¿tenemos que asumir que por ser mujeres y otros colectivos marginados ningún espacio es seguro?
* Este collage incluye 2 retazos de ilustraciones de Robin Eisenberg y Paru Ramesh.
Queremos espacios que se distancien del pensamiento patriarcal, sexista, racista, especista
y capacitista. NO queremos dar lugar a opiniones racistas, homofóbicas o transfóbicas.
Nuestra protección y cuidados NO son debilidad: necesitamos de estos mecanismos y espacios para facilitar un abordaje cuidadoso de temas y conflictos, donde quepa la deconstrucción individual sin romper con lo colectivo.
Los espacios seguros nos permiten sentirnos apoyadas y respetadas. Son espacios donde poder ser y hacer de manera segura, donde podamos debatir y confrontar de forma no violenta. Son espacios donde poder bajar la guardia, ser escuchadas y sanadas, sin perder la capacidad de lucha y resistencia
Creemos espacios seguros,
espacios diversos;
para sentirnos arropadas, escuchadas, bienvenidas.
Donde compartir mates y abrazos entre amigas un domingo por la tarde,
y reconocernos entre sesiones de terapia y meditaciones activas.
Los espacios seguros son forma de activismo y una herramienta para nuestra salud mental. Nos permiten construir resistencia para la lucha, nos permiten practicar el autocuidado para seguir haciendo contribuciones reflexivas y productivas a los debates difíciles, dentro y fuera de la academia.
Nos queremos libres.
Nos queremos poderosas.
Nos queremos siendo nosotras;
y queremos espacios seguros para poder serlo.
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